Masanobu Fukuoka (1913-2008) fue un agricultor, investigador científico y filósofo. Estudiaba las enfermedades de las plantas en su juventud cuando se dió cuenta a través de una revelación que en este mundo "no hay nada en absoluto, sentí que no comprendía nada". Esta duda se refiere a lo limitado del conocimiento científico de la naturaleza, "la ciencia ha servido solamente para mostrar cuán pequeño es el conocimiento humano". Presentó su dimisión en su puesto de investigador e inmediatamente se fue a la granja de su padre donde criaba mandarinos y se instaló en una cabaña a vivir una vida muy simple y primitiva, casi ascética. Aquí empezó a forjar la idea de su agricultura del "no hacer". Se centra en una agricultura que se limite a imitar la naturaleza, de mínima intervención. Sólo basta con pasear por un bosque y ver los grandes árboles que se desarrollan sin abonos ni arados.
Su obra más conocida es "La revolución de una brizna de paja" publicada en 1975.
Principios de la agricultura natural
La agricultura científica, basada en el uso de químicos está reputada como la mejor posible. La pregunta de Fukuoka era si a través de la agricultura natural podríamos conseguir los mismos objetivos y rendimiento de cosechas despojándonos de lo innecesario.
Los 5 principios son el no arar, no uso de pesticidas, no uso de abonos ni compost preparado, no uso de herbicidas y no podar.
Se cuestionó, uno a uno, los dogmas de la agricultura moderna. ¿Y si no aro? ¿Y si no uso químicos? ¿y si no uso abonos ni compost? Se dio cuenta que cada una de estas cosas no eran necesarias, y si lo parecían era motivado porque precisamente por empezar a hacerlas ya nos hacían dependientes de ellas. Por ejemplo, si empezamos a arar una tierra regularmente hacemos el cultivo dependiente del arado, el equilibrio natural del suelo ha sido gravemente alterado y por lo tanto las condiciones ya no son las originales. Al arar se compactan las capas inferiores del suelo lo que se denomina "suelo de labor", por lo tanto tendremos que seguir arando para que esa compactación no se extienda a las capas superiores. Estos vicios adquiridos son extensibles a otras actividades habituales como el uso de pesticidas.
1. No arar
Este principio es fundamental para la agricultura natural y para mi forma de entender la agricultura. Las semillas de las plantas silvestres siempre se han sembrado mediante siembra directa, sin necesidad de arado. La tierra se ara a sí misma de forma natural, las raíces de las plantas penetran en el terreno, esto activa los diferentes microorganismos y hongos, le da vida al suelo. Cuando la planta muere, las raíces se pudren y generan compost natural que será la materia orgánica que sirva de alimento a las nuevas plantas que se instalen, esto dejará huecos en la tierra que se descompactará y milllones de raíces de las plantas anuales de nuestra cubierta vegetal crearán toda una red de canales que serán el laboreo natural que la propia naturaleza hace para regenerar el suelo . Arar destruye el suelo, tanto su estructura como los microorganismos, insectos diminutos y lombrices que viven en él. Volteando el suelo se altera su forma natural, se compacta y la humedad que hay en capas bajas sube y se evapora.
2. No usar compost preparado o abonos químicos.
Otra forma de interferir en la naturaleza. Si se le deja hacer por sí sola la fertilidad aumentará, los restos orgánicos de plantas y animales serán descompuestos en superficie por bacterias y hongos. Con la infiltración del agua de lluvia estos compuestos serán llevados a capas inferiores donde serán alimento de pequeños insectos, microorganismos y lombrices. Las plantas a su vez tendrán profundas raíces que bombearán nutrientes hacia la superficie.
Fukuoka cultiva una cubierta vegetal de trébol blanco, deja la paja sobrante del cultivo de arroz en la superficie del suelo y añade un poco de gallinaza. Las leguminosas captan el nitrógeno atmosférico y lo insufla en la tierra mediante unos nódulos (unas bolitas blancas que se ven a simple vista) que tienen en las raíces y realizan una acción simbiótica con la planta. Suelen ser bacterias del género rhizobium absorben el nitrógeno atmosférico y lo ponen a disposición del vegetal. El estiércol fresco de los animales, en su granja usaba patos o estiércol de gallina, alimentará la microbiología del suelo y ayudará a descomponer la paja y los restos vegetales.
Hacer compost es un gran desperdicio de energía. Por una parte la energía que gasta el agricultor en hacerlo, ya sea manualmente o con maquinaria el compost requiere una gran dedicación, ya que hay que voltearlo constatemente para su correcta fermentación. Además el calor que desprende cuando lo hacemos en una pila se desperdicia. El compost que se hace en la misma superficie del cultivo con los restos de paja o la hierba cortada desprende un calor que aprovecha la vida que hay en la tierra. De la otra forma en una montaña de compost se ve el vapor y calor salir sin que sea aprovechado por el cultivo.
El abuso de abonos también es muy perjudicial para las cosechas, las hace débiles y enfermizas.
3. No al uso de herbicidas o desherbaje mediante arado.
Las supuestas malas hierbas juegan un papel fundamental en el cultivo, protegen el suelo del calor y el frío, insuflan vida en él mediante los microorganismos que viven en sus raíces, dan estructura al suelo mediante el arado natural, protegen al cultivo de plagas ya que favorecen la biodiversidad de insectos, pájaros y otros animales. Si alguna hierba interfiere directamente con nuestro cultivo podemos controlarlas selectivamente mediante desbroce o con animales, nunca eliminarlas todas.
Los herbicidas no sólo actúan contra las hierbas, también matan la vida en el suelo y superficie. Por ejemplo las hojas secas que caen al suelo tienen una serie de hongos que las ayudarán a descomponerse, éstos también son aniquilados y afectará a escarabajos y lombrices.
Además cuando usamos herbicidas al eliminar la competencia entre ellas vamos a introducir un gran desequilibrio en la cubierta vegetal, esto favorecerá la aparición de variedades resistentes a los químicos que por lo general son muy agresivas en su crecimiento, con comportamientos invasivos bastante dañinos por lo que nos harán más dependientes del uso de química repetidamente para controlar estas especies y dejar el campo hecho un auténtico desierto.
Cuando quitamos hierbas mediante arado, al hacerlo repetidamente estamos favoreciendo a las hierbas de crecimiento rápido, ya que a las otras no les damos tiempo para crecer. Además estamos sacando semillas de las capas profundas que de otra forma no habrían prosperado.
4.No al uso de pesticidas, dependencia de químicos.
Al usar insecticidas estamos creando las condiciones adecuadas para hacer realidad el temor infundado a las plagas. Si echamos insecticidas para matar por ejemplo a la mosca del olivo acabaremos también con un amplio espectro de insectos beneficiosos, depredadores de otras plagas etc. Con esto rompemos el equilibrio natural por lo que si llega un insecto al erial que hemos dejado se hará dueño y señor, se reproducirá anormalmente rápido y arrasará con lo que haya por lo que de nuevo hacemos a la explotación agrícola dependiente de estas nocivas prácticas.
Estas prácticas agrícolas del laboreo y el uso de herbicidas crean plantas más débiles, al arrasar con la biodiversidad de insectos, hongos y hierbas dejan vía libre para que especies dañinas campen a sus anchas sin ninguna competencia. El desequilibrio hará plantas enfermas.
En su línea de no intervención, Fukuoka propone dejar crecer a los árboles en su forma natural. Podar es la habilidad más difícil para el agricultor. Tiene que tener un equilibrio entre el vigor del árbol y el tamaño y cantidad de frutos. El problema es que si el hombre ha creado ya variedades modificadas que requieren poda no será posible revertirlas a su estado natural. Otro problema es que si hemos estado podando un árbol desde que nace lo estamos haciendo dependiente de esta práctica y ya no hay marcha atrás, de hecho Fukuoka cuando cogió la granja de su padre secó muchos de sus mandarinos porque dejó de podarlos y lógicamente empezaron a entrecruzarse ramas y sombrearse su interior por lo que fue un desastre.